RESULTADOS TRABAJO DE CAMPO I


TEMA:Familias afectadas por la violencia en Colombia

OBJETIVO:Percibir la relación que tengan las víctimas de la violencia con el papel del Estado y entes gubernamentales ante su reparación.

  



Análisis:






De 49 encuestas aplicadas, al menos un 65% de esas personas eran hombres. Esto no se debió a algún tipo de escogencia de población o género previa, sino más bien a aprovechar los momentos y la receptividad de la gente entrevistada. Personas provenientes de muchas y diversas regiones del país, como algunos campesinos del Guaviare, Putumayo o Choco, y otros de regiones más cercanas como el Tolima, entre otras.
Respecto a la edad de los diferentes entrevistados, no hubo la ocasión en la que se encontrara un menor de edad. Las edades oscilaron entre 18 y los 73, no sobrepasando ningún sujeto la segunda. El promedio de años cumplidos era de aproximadamente 35 años.
En el aspecto del núcleo familiar también se escapa el poder relacionar una variable con el tipo de pariente con el que compartía domicilio el entrevistado. Como es obvio la mayoría de personas mayores a unos 30 años afirmaba vivir con su(s) hijo(s) o haber venido con ellos. Los jóvenes en cambio afirmaban vivir con sus padres, hermanos y frecuentemente con sus abuelos. Las personas de tercera edad asistentes a la marcha manifestaron vivir con sus parejas y en pocas ocasiones con hijos, y las personas con más receptividad a la actividad académica en proceso fueron los ancianos. Un tipo de pariente poco recurrido al núcleo familiar fue a la figura del tío y el primo.
En general el conocimiento acerca de los derechos que poseen las personas y de las entidades gubernamentales y no gubernamentales que trabajen en la defensa de los derechos de aquellos afectados por el conflicto, no es muy alentador, y en la mayoría de casos el conocimiento era superficial o errado. Ni siquiera las personas entrevistadas con un alto estrato social, supuestamente con un grado de educación o con más posibilidades de acceder a información como esta, presentaba el mismo grado de desinformación que personas más humildes.
La mayoría de encuestados mostró una tendencia pesimista y de mala imagen de las entidades gubernamentales y no gubernamentales que tienen como tarea la defensa de los desplazados o personas habitantes de la ciudad directamente afectados por este flagelo. Las personas tendieron a calificar esta labor como regulas y buena en pocas ocasiones.







Conclusiones:



De 49 encuestas aplicadas, el hecho que más nos llamó la atención fue el de que casi ninguna persona encuestada se considera parte del conflicto armado colombiano, y aún menos que este les afectaba de manera directa o indirecta. Esto excluyendo a los campesinos que encuestamos, los cuales si se sentían víctimas directas de la violencia, por experiencia y vivencia propia. Esto se da a causa de la concepción que la mayoría de capitalinos tiene de considerar que el conflicto armado está lejos y no le atañe de ningún modo.

Esto sumado al bajo nivel de conocimiento general acerca de los planes y entidades del gobierno distrital destinado para la gente víctima del conflicto armado. Este desconocimiento se manifestó en muchos de los encuestados, sin discriminar ninguno de sus rasgos o clase social, pero lo más preocupante es la desinformación y superficial conocimiento de los derechos que el ciudadano tiene en caso de ser afectado por el conflicto armado, en cualquiera de sus implicaciones y consecuencias.



Frente a los resultados de la esperanza de reparación, el 70% de encuestados la ve negativamente, el resto más positivo. La comparación de los anteriores resultados arroja que en Bogotá el conflicto armado, directamente no se presenta, pero sí de otras formas y manifestaciones como el desplazamiento o las consecuencias sociales que desencadena el arribo de poblaciones exteriores a la capital.

De las problemáticas que más relaciona la gente con el conflicto armado es el desplazamiento, la vivienda y la educación, lo que quiere decir que los bogotanos, de una forma casi inconsciente, afirma que las secuelas del conflicto armado si se viven en la vida urbana, pero, la violencia al no mostrarse en manifestaciones obvias y directas, se convierte en una problemática existente e invisible en la ciudad al mismo tiempo. Esa problemática es la realidad actual de millones de colombianos que llegan a las ciudades forzosamente por un conflicto al que los colombianos no le pueden ser indiferentes.    



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